Entre las conjeturales imágenes del lejano porvenir, siempre ha destacado la que en 1932 escribiera Aldous Huxley en su celebrado "Un mundo feliz". Allí Huxley sentencia: "Lo que nos gusta nos arruina". Huxley describió una raza humana dividida en un conjunto de clases sociales que, por el año 2540, habría sido convertida en una monstruosidad por la ignorancia de lo humano, el ansia incontenible de entretenimiento, un dominio insospechado de la tecnología, y una sobreabundancia de bienes materiales, todo ello para unos cuantos. Como magistralmente lo predijera Huxley, la cultura pública está lejos del pensamiento intelectual de una manera inusitada como si fuera una condición sin restricciones del capitalismo neoliberal salvaje hoy reinante. Con la reciente elección de Donald Trumpeta (de guerra) como presidente de Estados Unidos, del Felino Macri en Argentina y en otras sociedades "avanzadas", amén del avance neofascista en toda Europa, se ha vuelto mu